Soy
Mariana, voluntaria del Colectivo desde hace
un año, convencida de que educar es un arte que pinta en un lienzo donde se inventa una realidad que favorece a los más vulnerables y escribe una poesía que trata de justicia y
libertad.
Mi
día comienza con una taza de café, preparando todo para salir a la parada del
camión y tomar la ruta 626, pasando por
avenida Chapultepec, girando en Pedro Moreno
hasta topar con la calle Cruz Verde
donde se ubica la casa CODENI,
dentro están los mairos que siempre te reciben con un amable saludo,
también están los niñ@s y adolescentes, cada uno con una historia llena de
contrastes, realidades adversas contra la esperanza de sueños que esperan ser cumplidos, obstáculos contra la aspiración de vivir una situación mejor.
Cuando
estoy delante de uno de esos niños, solo
tengo una idea en la cabeza, “tienes frente a ti una persona con el derecho y
dignidad suficiente de ser más, lo que quiere decir que debe aprender a escribir
su propia vida”, mi sentimiento no es
lástima es esperanza.
La
experiencia de ser voluntario en CODENI se acompaña con el sueño de que un mundo más humano es
posible.
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